Numerosos conflictos geopolíticos asolan nuestros días. Sin embargo, por razones que en este momento no interfieren en nuestros asuntos, dos de ellos han trascendido mediáticamente hasta el punto de estar presentes, más de lo esperado pero menos de lo necesario, en nuestro día a día.
Por un lado, la Guerra de Ucrania se ha convertido en el enfrentamiento bélico europeo más importante desde la Guerra de los Balcanes, en una contienda que se inició en 2014 con la ocupación de Crimea y cuya guerra se inició oficialmente en 2022, dejando por el camino cientos de miles de muertos.
Por el otro, el estallido de violencia sufrido en Gaza a partir del ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, que ha desembocado en el genocidio del pueblo palestino por parte del ejército israelí: uno de los episodios más sangrientos, indiscriminados y desmesurados de nuestro siglo.
Como no podía ser de otra manera, toda esta repercusión mediática ha sido trasladada al mundo del cine, siendo múltiples las propuestas cuyo principal objetivo era abordar, difundir y denunciar la naturaleza de estas guerras. De entre ellas, destacan las dos últimas ganadoras del Óscar al mejor documental.

Y es que si algo han demostrado <<20 días en Mariúpol>> y <<No Other Land>> es que allí donde puede llegar la cámara puede llegar la verdad. Que allí donde hay voces dispuestas a refutar discursos oficiales hay también un público dispuesto a escucharlas. Y que más allá de la información, si algo consigue el cine es hacer florecer toda la empatía que tanto se echa de menos en muchos medios de comunicación, redes sociales y opinión pública.
Lejos de terminar, la guerra de Ucrania y el genocidio palestino siguen atizando nuestro presente, y eso se ha traducido en una ferviente necesidad de que más películas sigan describiendo esas palpitantes tragedias. En esa línea surgen dos documentales cuyo estreno se celebrará en esta 15ª edición del Atlàntida Mallorca Film Fest y que tan bien dialogan con sus dos predecesoras: <<2000 Meters to Andriivka>> y <<Put Your Soul on Your Hand and Walk>>.
<<PUT YOUR SOUL ON YOUR HAND AND WALK” o cómo acabar con la poca tierra que quedaba
Los últimos planos de <<No Other Land>> nos advertían de que lo visto en el documental no era más que el comienzo del fin: justo después de los ataques del 7 de octubre de 2023, un grupo de colonos israelíes ataca la aldea de Masafer Yatta, escenario principal del filme, dando inicio a una etapa mucho más despiadada y visceral del conflicto.
Desde entonces, la situación no ha hecho más que empeorar, hasta el punto de estar hablando ya de una auténtica masacre del pueblo palestino, llegando a límites impensables. Pues bien, si tenías alguna duda de dónde quedaban exactamente estos límites, <<Put Your Soul on Your Hand and Walk>> se postula como la más vivaz, certera e impactante candidata a resolvértela.
La película narra la historia de amistad telemática entre Sepideh Farsi, la directora iraní del documental, y Fatma Hassona, una joven fotoperiodista palestina encerrada en Gaza. Durante más de un año, ambas conversan a través de videollamadas sobre el estado de la ciudad, el estado anímico de sus habitantes y el Estado de Palestina.
Así pues, la figura de Fatma deviene la personificación de un pueblo asediado y castigado por los ataques aéreos, los francotiradores y el hambre. Lejos de lo que pueda parecer, sin embargo, la actitud de la joven fotoperiodista no siempre es tan trágica como la tragedia que la rodea.
Y es que durante gran parte del metraje, su poderosa y genuina sonrisa (una de esas que se te quedan grabadas tiempo después de ver el filme) se siente como un pequeño oasis en medio de una Gaza ruinosa, gris y devastada. Una sonrisa de la que es fácil enamorarse, por su luz, su optimismo y su vitalidad. Lamentablemente, muchos oasis son, en realidad, un espejismo.
Las numerosas videollamadas nos obligan a contemplar, dolorosamente, el golpe de realidad que sufre Hassona: del decidido arraigo inicial a la desesperanza final. Algo así como lo que el protagonista de <<No Other Land>> sintió no mucho tiempo atrás.
Un golpe que termina por ser letal. Si los últimos planos planos de su antecesora eran el inicio del final, los últimos de <<Put Your Soul on Your Hand and Walk>> resultan el final del final cuando una cartela nos informa de que Fatma Hassona fue asesinada junto a seis miembros de su familia en abril de 2025, pocos días antes de que la película fuera proyectada en el Festival de Cannes.
Del “first person shooter” a <<2000 METERS TO ANDRIIVKA>>
Mstyslav Chernov no sólo ganó el Óscar a mejor documental con su anterior película, <<20 días en Mariúpol>>, sino que también se llevó el Premio Pulitzer de ese año. Un trabajo periodístico de tal magnitud merecía reconocimiento y tanto el mundo del cine como el del periodismo así lo reconocieron.
El fotoperiodista ucraniano nos sacudió con su crudo retrato de los primeros 20 días de invasión rusa en la ciudad asediada de Mariúpol, sacando a la palestra la imprescindibilidad de los testimonios que, como el suyo, ponen de manifiesto la parte más estremecedora e implacable de la guerra. Ahora bien, si con esa pieza nos asombrábamos por su capacidad de transportarnos de un modo tan real y vívido en un escenario bélico, lo de ahora, <<2000 Meters to Andriivka>>, terminará por noquearnos.
Durante los más de 125 años de historia del cine la guerra ha sido representada de muchísimas y muy dispares formas, y es por eso que tanto sorprende que ahora, años y años después, alguien encuentre una fórmula para mostrárnosla como nunca la habíamos visto. Mediante cámaras colocadas en los cascos y armaduras de los soldados ucranianos, Chernov nos empuja de lleno a la conquista de Andriivka, un pequeño pueblo al que sólo es posible llegar a través de un kilómetro y medio de bosque lleno de peligros.
Una premisa que podría salir de un videojuego. Una puesta en escena, que también. Pero esta vez no es un juego, esta vez es real. Ahí radica el impacto de unas imágenes cuya primera persona era concebida como virtual por toda una generación y que ahora se descubren como tangibles, ciertas y desoladoras.
Y es que por lo que hemos podido ver hasta el momento, Chernov siempre ha sido partidario de exponer la guerra sin medias tintas, convencido de que el mayor alegato antibélico que existe es la guerra en sí. Y así es.